Foto tomada por Jacobo Jurado

Que se callen ya. Que sus orejas y boca dejen de parecer partes dependientes que se alimentan de la pompa y la falsa sorpresa.

La conversación en grupo es la unión de razones tercas que escupen palabras de presunción y soberbia. Que se callen.

Los silencios incomodan y su tranquilidad estorba.

Hay conversaciones que se perciben sin tiempo, no por una preciosidad perpetua, sino por una molesta prolongación desinteresada. Prefiero concentrarme en la boca de mi botella mientras ellos despegan del suelo porque sus frases flotan.

Todos son conocedores de mucho y expertos en nada. Es un buen momento para atosigarse en cerveza y perderse en cumbias y vallenatos mientras ellos se pierden en jazz. 

Yo no entiendo cómo pretenden expulsar las mariposas tristes de su estómago por medio de discursos llenos de vanidad aprendidos en televisión. El mundo puede ser un poco más grande de lo que sus narices huelen.

Entre balbuceos y discusiones anodinas no distingo sinceridad en los ojos de estas sombras parlanchinas que deliran en la falsa grandeza de sus cabezas petulantes.

Quizá la única cosa definitiva es que todos somos un tumulto de necios y lo que muchos son para mí, yo lo seré para ellos.

Jacobo Jurado


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