Guayabo de Halloween

Foto tomada por el parcero Felipe

El día fue un 31 de octubre, el año entre 2003 y 2005. El lugar fue como la típica historia que cuenta un colombiano que viene de Estados Unidos,  en un “pueblito en New Jersey”. Era el día de los brujitos o Halloween. Eran mas o menos las seis de la tarde y en un pequeño apartamento de aquel pueblito, mi primo Gonzalo, un amigo llamado Felipe y yo, nos preparábamos para una fiesta a la cual nos habían invitado.

El plan era empezar ahí y llegar a la fiesta a eso de las 9 o 10.  Mi primo Gonzalo, que era un amante del fútbol, se iba a disfrazar del ‘Pibe’ Valderrama. Ya tenia el uniforme de la selección y se había comprado la peluca ese día por la mañana. El otro parcero, Felipe, decidió ir por un plan mas económico y compró un set de esos donde vienen unos bigoticos con unas gafas. Y yo, que andaba pelado, me puse un traje que había usado para una boda unos meses antes. Según yo, mi disfraz era de abogado. Después de una botella de Cristal  y un par de Marlboro lights nos dirigimos hacia la fiesta, que no quedaba muy lejos, por ahí a 20 minutos caminando. 

En la fiesta no pasó nada inusual, seguimos bebiendo, pero Antioqueño porque la fiesta la había armado una familia de Medellín. Hubo comida y mucho baile. En aquel entonces se estaba escuchando mucho Reggaetón. Aunque no faltaba el despechado que ponía unas de Darío. Después de varias horas de baile, risas, chistes, etc. Decidimos volver al apartamento donde había empezado todo. Según mi primo Gonzalo, tenía una “mediecita por ahí guardada”. La fiesta continuaba. 

Era más o menos la 1 de la mañana y caminábamos un poco ebrios por una calle principal del pueblito. El ‘Pibe’, el parcero con las gafas y yo, el abogado. El ambiente estaba vivo y se escuchaba música de varias partes. Había mucha gente en la calle y se sentía como un sábado a las 3 de la tarde. 

De repente, desde un balcón en un cuarto o quinto piso, una mujer exclamó: “ I like your outfit”, que significa “me gusta tu disfraz”. El comentario iba dirigido al ‘Pibe’, que con o sin peluca era un casanova de categoría. Pero él, mi primo Gonzalo, no llevaba mas de 1 año en Estados Unidos y todavía no manejaba el inglés (Hoy en día vuela). 

Entonces en una de esas reacciones, que son mas instinto que nada, al ‘Pibe’ se le salió la frase “fuck you bitch”.  Tal vez en ese momento él pensó que se lo gozaban, pero recuerdo haberle dicho que ese no era el caso. Seguimos caminando y de repente se escuchó algo así como una estampida, como si estuviéramos en Pamplona y hubieran soltado los toros. 

Al mirar para atrás veo una escena tipo película. Viene un grupo de muchachos, sin camiseta, alebrestados, preguntándole al ‘Pibe’ qué le había dicho a la vieja del balcón. No tomó mucho para darnos cuenta de que esta era la gente de la fiesta y la colisión estaba formada por el novio de la insultada y sus amigos. 

Mi reacción natural fue voltearme y desde la distancia que nos separaba intenté calmar a quien parecía el líder. Le empecé a decir que no queríamos problemas y que disculpara al ‘Pibe’, que estaba un poco borracho y no hablaba mucho inglés. No sé si fue por la corbata que llevaba puesta, pero la historia se vendió, nos dimos la mano y se entendió con el grupo que no iba a haber problema. 

Se dieron la espalda y continuamos nuestro trayecto. Pero no más de 10 segundos después, casi en el momento en el que ellos se voltearon,  al ‘Pibe’ le dio por decir otra frase, esta vez en español: “A mí que me dejen sano”. Fue en ese momento donde el grupo de jóvenes se volteó otra vez. Como se lo imaginaron, al ‘Pibe’ le dieron. Yo ni vi. En medio del tumulto solo se escuchaban los impactos contra una puerta de un garaje.

El parcero Felipe, que quiso interceder, también se llevó su buen puño. Un personaje se venía hacia mí, pero lo paró uno de los otros y le dijo “ese no, ese no”. Creo que ellos sabían que yo había tratado de calmar las cosas. En conclusión, la riña no duró mucho, todo pasó muy rápido. Después de eso hubo silencio en la caminada. El parcero Felipe, que era rolo, le decía al ‘Pibe’, “no sea marica guevón,” mientras acariciaba su mejilla. El ‘Pibe’ no dijo nada más esa noche. Felipe cogió un taxi y se fue. Yo quedé dormido en el sofá. El guayabo al otro día fue mortal. Con refajo en mano hablamos de la fiesta y discutimos el posible plan para esa noche.

De aquel suceso nunca se habló.

Camilo Zea


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