Qué intenciones tienen los pasos dados dentro de una casa. Qué nos obliga a ir y venir. Dónde está la mano derecha para acompañar mi mano izquierda en una caminata. Por qué quieres explorar el piso de abajo cuando no puedes dormir.
Ojos bien abiertos.
Qué pasa con el realce de la gardenia que no se relaciona con nosotros pero nos huele a memoria.
Qué capricho del mundo el de hacer de nosotros individuos que tienen cada uno su verdad. Si alguien nos observara a cuál le daría la razón. Hasta dónde nos pueden llevar las mentiras.
Me pregunto si tu verdad será la misma de ayer, si cambió o si nunca lo fue. ¿Qué opinión tiene la voz de tu cabeza?
Las verdades son nuestras, o ¿Nosotros somos de ellas y no nos quieren soltar? Te he presentado las mías. Tú que las conoces, hazme un favor. Pídeles que huyan y me den un poco de pasado.
Después vas a querer hablar de la razón. Mala jugada. Si nuestras verdades no son certezas la razón no es lógica, pero si tienen dignidad nunca más vamos a escuchar ese lenguaje que solo los dos conocemos y que se convertirá en fantasma.
Nos miramos a los ojos al desaparecer.
¿Alivio o confusión? Ni siquiera el tiempo, sino el ritmo de nuestra música, lo dirá.
Jacobo Jurado
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