Ave

Foto tomada por Jacobo Jurado

En mi memoria vive un ave girasol que vuela en un cielo indescifrable de sueños y verdades. Mueve sus alas entre mis recuerdos y el sol y el punto medio de ese viaje es la vida misma.

Las aceras de la calle bañada de invierno me empiezan a quedar grandes por la ausencia de sus manos transparentes y unos pequeñitos pies blancos y rosados que ocasionalmente me brindaban sus pasos.

Se cierran las nubes y se derrama la oscuridad en el aire que respiro. Me acompaña un recuerdo de tentación y del eterno brillo de unos ojos que encontré en la perfecta coincidencia ubicada entre tiempo y lugar.

Cuál es el centro desconocido en el que se encuentran los días más grises y los más coloridos de mi vida. Es el sentarse y aceptar la maldición de una esquina del colchón sin la levedad de sus lunares y su respirar.

El frío enemigo que hoy me pega me hace pensar que los inviernos pasados que viví en otras manos solo sirvieron para reconocer que su piel y sus alas eran mi mejor colcha.

Las alas que me hicieron volar se abrieron y continuaron su camino, dejando un viento de recuerdos y éxtasis que la nombran. Doy vueltas al muro de palabras cómplices y al malecón vigilado por un satélite natural que tuvo al mar y a sus pupilas ausentes como espejos y supieron ser refugio donde existió paz.

Jacobo Jurado

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