Ausencia de Mar

Foto tomada por Jacobo Jurado

El hijueputa reloj de una pared tibia me intercepta para solicitarme medio amable que es hora de aceptar la ausencia cálida de un mundo lleno de limones amarillos derretidos en alcohol y azúcar.

No quiero saber cuántos días con sus respectivos minutos y segundos han pasado. Que nadie lo diga. El cuerpo lo sabe porque me brindó la delicia de la frescura en las entrañas.

Estoy extrañando algo y para matar la bochornosa carencia busco música nueva que solo me deja molesto por no poder cantar ninguna canción y termino escuchando lo mismo de siempre donde cada acorde gastado me suena a recuerdo.

Cuántas horas han pasado. Debe ser un número semejante a los kilómetros recorridos en la brillante piel de una chica bermeja. Fresca. Cuál es el número. Quién sabe y a quién le importa.

Los giros que da mi cabeza queriendo irse con la luna cada noche a recorrer otro lugar son el deseo de huir al reencuentro con aquello que más extraño, el mar y su frialdad, su sal, sus olas, sus piedras y sus bañistas que llegan tristes y se van conformes.

Jacobo Jurado


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