Estás buscándole el gusto a mundos que no te pertenecen porque te hicieron creer que la vida que amas es una lástima.
Estás buscando corazón y entregando apego a pieles vacuas tan vacías como su cerebro. Dedicas palabras bellas a sentimientos temporales que te quitan lo mejor de ti.
Te ves ridículo bajando la voz a gritos seguros que te venden una vida mejor de la que te vas a arrepentir.
Despiertas cada mañana pensando en obligaciones del terreno, convenciéndote de que te sientes mejor por venderte al modelo que en tu silencio odias.
Buscas en canciones de un mundo ajeno los sabores que subestimas en el tuyo.
Buscas lugar en espacios que desprecias, pero te pintas fuerte en un cuadro de miedo a la soledad perpetua como la muerte.
Buscas sonrisas en bocas apestosas que se llenan con ideas que menosprecias y disimulas tu infección.
Tienes miedo, pero lo niegas, lo sabes, pero le huyes. Y te persigue, porque no lo enfrentas.
La cobardía disfrazada de risas y sonrisas es un camuflaje barato que se deshilacha con verdades ajenas. Quieres comprender, pero no puedes porque no eres víctima ni victimario.
Te crees fuerte, te sientes convencido. Pero no sabes y la duda y la incertidumbre te muerden los tendones de la tranquilidad, porque estás viviendo mentiras, no vives para ti.
Le estás huyendo a todo eso que te gusta, porque eres tan débil y pequeño que las palabras de extraños sin alma te acongojan.
Eso que te avergüenza, a lo que le huyes, es lo que te llena las fibras de energía y colores, felicidad y palabras, cantos y baile.
Eres el que se desprende de raíces que te aman y busca abrazos en brazos ajenos que no conocen tus pasos. No eres parte de nada, ni de ellos, ni de otros.
Endeble.
Tampoco eres tuyo. Sin que te quieran les perteneces y perteneciéndote les debes.
Jacobo Jurado
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