Muchas veces me pregunte en la vida, ¿para qué estamos aquí? Intenté buscar respuestas en cosas materiales, en objetivos profesionales o en proyectos futuros pero nunca me di cuenta la importancia que tiene vivir en el presente. Creo que, en realidad, no sabía lo que era vivir en el presente.
Significa vivir sin ataduras en este momento, compartiendo y viviendo plenamente lo que se toca en el mismo instante, pero se refleja en la realidad como un hecho simple, sencillo, sin dificultad. Es que la vida puede ser linda y alegre si nosotros la pintamos de los colores que traen felicidad. La vida es libertad, la vida es amor, es compartir, es tomar un mate con amigos, es bailar un buen vallenato, jugar un partidito, es sentirte cómodo al charlar sin miedo, a caminar sin prisa, a disfrutar del camino.
Aquí en Italia conocí unos amigos colombianos, al comienzo solo sabía que vivían de parranda cuatro días seguidos y los vecinos se quejaban. Me imagino que lo hacían por la envidia de no saber lo que era sentir a la vida como fiesta.
Corre por sus venas el dinamismo del baile, como también la energía de la paz, como es sereno Jacobo, que es único por su imperturbabilidad, o como el loco de Dani que se enamora rápido pero ligero encuentra otro amor otro camino porque así vive, de camino en camino porque la vida es un camino que se crea de manera continua y cambia y se somete a un devenir incesante como el mismo fuego que nunca deja de menear. Y no me puedo olvidar del tieso Cristian, que siempre dice que hay que leer la forma de las personas, que expresan su calor de formas imprecisas, como la escritura y las acciones en su caso.
Italia me brinda experiencias nuevas y heterogéneas maneras de entender la realidad. La forma colombiana es muy llena y espiritual, tan espirituosa como las bebidas que mis compadres consumen para darle más vida a su alma.
Sergio Di Ascenzi
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