A esta ciudad europea la alegran los ladrillos terracota apilados que tejen edificios y casas viejas. Toulouse en otoño es suspiro de melancolía, manojos de nubes grises que adormilan las personas, las calles y las buenas costumbres del subdesarrollo. ‘La Ville Rose’ habita al sur de Francia, vecina de los pirineos armiños, con vista a la frontera imaginaria con España. Un dócil pensamiento me recuerda, aquí nació Carlitos Gardel, el mismo que se anidó en Colombia en las cantinas después de morir en la eterna primavera.
Rechiflao en mi tristeza, hoy te evoco y veo que has sido en mi pobre vida paria sólo una Evoco la vida paria de papá. Tan llena de matices. Tengo dos llamadas perdidas, una de buena mujer; tu presencia de bacana puso calor en mi nido, fuiste buena, consecuente y yo Alemania y otra de Bulgaria ¿Será una buena mujer? Ojalá, y ante la duda alucino con los sé que me has querido como no quisiste a nadie, como no podrás querer. Se dio el juego de recuerdos de tugurios de donde sacaba a Papá cuando se mataba a guaro escuchando tangos remanye cuando vos, pobre percanta, gambeteabas la pobreza en la casa de pensión; hoy de Gardel. Él, que siempre gambeteó la pobreza, habla con voz enferma desde Canadá, la sos toda una bacana, la vida te ríe y canta, los morlacos del otario los tirás a la cana, el talego, la cárcel. “Mijo, usted cómo está”. “Pa, eso por acá hace mucho frío”. Y él, marchanta como juega el gato maula con el mísero ratón. Hoy tenés el mate lleno de de pulmones blanditos, tiembla de empatía. No entiendo. Habla de abogados, directores infelices ilusiones; te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión; la milonga entre exámenes y demás. Pienso en las sonrisas que me causaba escuchar sus peripecias desde la magnates con sus locas tentaciones donde triunfan y claudican milongueras pretensiones parte delantera del carrito que vendimos para que yo me abriera mundo en Europa. Él y sus se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón. milongueras pretensiones. “Yo estuve como enfermo mijo, pero ya estoy mejorcito”. Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado, no me importa lo que has hecho, lo Quiero hablarle del mano a mano entre América y nacional, pero debe colgar. “Mijo, ¿y el que hacés ni lo que harás; los favores recibidos creo habértelos pagado y si alguna deuda proyecto de las fotos cómo va?”. No le miento, tampoco soy sincero. No le digo que en vez chica sin querer se me ha olvidado en la cuenta del otario que tenés se la cargás. Mientras de producir, sin querer, nos dedicamos a tomar dos veces por semana. “Pa, eso hay que tanto que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros, sean una larga fila de riquezas y placer; sacar unos permisos, pero en eso estamos”. Pienso en sus triunfos ficticios cuando creía ser que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos que te abrás en las paradas con bacán de pesos duraderos por esconder en sus medias, en las borracheras, millones de cafishios milongueros, y que digan los muchachos: Es una buena mujer. Y mañana cuando pesos del acecho de ratas y putas vivaces. Veo su pasado en mi cabeza. Lo recuerdo gor- seas descolado mueble viejo y no tengas esperanzas en el pobre corazón, si precisás una dito, reído entre camarotes y barrotes. ¿Ha visto la luna? Pero él no es tanto de lunas y ayuda, si te hace falta un consejo, acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo para anocheceres, es más de palos de mangos, pomas, y pinos. De ventanear mientras la tarde lo ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión. mira, sonrojada, deteniendo su paso para que él, que vive sus últimos años, disfrute de ella. “Bueno pues mijo, lo quiero mucho”. Un tono después nos devuelve los kilómetros de distancia. “Yo también lo quiero mucho, pa”, y hago que ventaneo, en el puente que salta para no mojarse del río Garona que divide la ciudad de Toulouse, para así, no alejarnos tanto.
Daniel Muriel
Deja una respuesta