La doceava pregunta

La pared de este cuarto es una marea flava del atardecer del sol ¿Dónde están tus nalgas sobre mis muslos en primavera?

Ese recuerdo habita un lugar que no existe, y si lo recuerdo solo yo, ¿nunca existimos?

Del destino y de dios no quiero hablar porque están perdidos en el rincón de mi corazón que olvida ¿Mas cómo olvidar los espejos de tus pupilas con el reflejo de mi silueta desnuda?

Valencia, que supo matar a mi familia, la vi germinando en mí un corazón vulnerable ¿Cómo borrar a una ciudad de la faz de tus caderas?

Los sueños son el único mundo que logro manejar ¿y si caminas indiferencias en mis quimeras cómo podré gobernar mis utopías?

Un peluche, saxofones y sexo fueron intercambiados en maletas diversas ¿Tenían famélicas intenciones tus sentimientos desnutridos?  

Foto por: Silvia Vélez

Una cuarentena de cabellos estaban vibrando en mi bolsillo ¿Basta un arabesco rojizo para odiarte como te amo?

Oigo tristezas en las palabras de mamá cuando pregunta por mis corduras ¿Habrá oído hablar a mis soledades sobre tu condición de ninguna mujer cualquiera?

Las canciones florecen vida en los rincones de mis monotonías ¿Me están matando las melodías que cantan de ti?

Hay seis meses que no encuentro en mi billetera ¿Conservas su contenido?

Estoy confundiendo las copas, la arena, los bares y el mar ¿Soy ruido para callar a tus memorias?

Estoy hecho de las preguntas que no logro responderme ¿Estas deberían ser las últimas letras que te escribo?

Me posee la bruma del miedo para responderme al menos esta doceava inquietud ¿Sé responder a esa doceava pregunta? Sí, pero ignoro la respuesta. 

Daniel Muriel


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