Carta para A.

Me alegra mucho escribirte y sentir que realizas una experiencia que te hará crecer. Me da risa recordar esta fecha, el cumpleaños tuyo y de mi tía favorita. Por desgracia estás condenada a recibir toda tu vida los recuerdos de felicitación de este mono, que dicho sea de paso, está re peludo. Ya me pongo balacas y pañoletas. Me gusta cómo me quedan. Algunos me han dicho que va con mi personalidad y otros que parezco un loco. Quizá las dos partes tengan razón. Quiero saber de ti, ¿cómo es esa experiencia? ¿Eres feliz? ¿Ves mucho machismo? ¿Cuándo sales? ¿Has podido tomar fotos o escribir?

Por mi parte, te cuento que sigo trabajando en el mismo bar. Estoy algo agotado de las nueve horas laborales. Hicimos una propuesta audiovisual pero el patrón es muy usurero y nos ofreció poquísimo. Tal vez consigamos a fin de mes un trabajo en otro bar por seis horas, solo falta negociar la cantidad de plata. Jacobo y yo hemos estado madurando un proyecto de vida, con muchas ideas, pero aún no tenemos las patas. Es lo mismo que te he contado: narrar Colombia a través de escritos, fotografías y videos. Mis papás están felices, mi hermano tranquilo. Hubo un problema en la familia con la niña, pero ella está bien. Cuando salgas te contaré todo con detalles.

La tercera temporada de La casa de Papel ya salió y te estoy esperando para verla juntos. Espero que recibas alegre esta carta y que estés tan feliz como mereces. Te quiero mucho, te deseo una linda celebración, y espero que el siguiente escrito, que escribí borracho una madrugada, te alegre como cuando jugábamos a no olvidarnos nunca.  

Foto por: Daniel Muriel

Hace un año, bastaba con cerrar los ojos para imaginar pintorescas frases de filigranas y firuletes para describirte. En esos avernos fugaces que vivía en mi relación, te extrañaba reída, hablando de los tedios de un noviazgo. Ha pasado un año, lleno de incomodidades, aprendizajes, madurez, retrocesos. Como nunca en mis dos siglos de vivido.

Hoy no te imagino cada que cierro los ojos, son más esquivas las metáforas. Solo en ocasiones, cosa nueva esta, te imagino habitando los mismos rincones de un hogar. Sentimiento malicioso y meloso.

En unos años será más paulatino tu recuerdo. Un atardecer, una margarita, una canción de Violeta Parra, un tetero o algún color que me arroje a tus ademanes de futuro incierto y eterno. 

 Intento ser cuidadoso con el cauce de tu existencia, pero la mística que nos precede, me desborda la razón, y la idea de que poco a poco te evoco menos, se desmorona y hace germinar de nuevo en mí esa sensación inenarrable al recordar cómo con tus dientes de armiño mordías tus labios mientras tus ojos brillaban al oírme decir. Tu vocabulario creó para mí un diccionario de ti, de tus modismos, de tus azares, de tu ser. El humor de tu sexo a mariposa volando en un atardecer. La sangre que aún corre apurada, trenzada, en nuestros cuerpos.

Recordé que para olvidarte, no nací.

2019

 Daniel Muriel.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *